Putin y la tregua olímpica: ¿Ajedrez a medianoche?
Descubre cómo la jugada estratégica de Putin a medianoche podría acercar o alejar la tregua olímpica

Las farolas del Kremlin todavía parpadean cuando, a esas horas en las que Moscú se queda en silencio, Vladímir Putin reúne a su Estado Mayor. Oficialmente es «una reunión rutinaria de seguridad»; oficiosamente, la penúltima mano de póker antes de que en menos de 80 días se levante el telón de los Juegos de París. El presidente ruso asegura que no reanudará las grandes ofensivas mientras la diplomacia busque «una paz durable». Pero anoche, mientras proponía conversaciones directas con Kiev en Estambul, sus drones seguían zumbando sobre las ciudades ucranianas.
El viejo juramento y la nueva geopolítica
El ideal que está en juego es tan antiguo como el deporte mismo: la ekecheiria, la tregua olímpica que las polis griegas pactaban cada cuatro años para que atletas y espectadores viajaran seguros a Olimpia. Hoy la ONU la reescribe en resoluciones cargadas de buenas intenciones: alto el fuego desde siete días antes de los Juegos hasta siete días después de los Paralímpicos,
En la Antigua Grecia, la ciudad que violaba el armisticio se juzgaba ante la estatua de Zeus; en 2024, Rusia ya hizo caso omiso de la petición formal elevada por Emmanuel Macron. El Kremlin replicó que Ucrania «aprovecharía la pausa para rearmarse» y, de paso, denunció la exclusión de sus atletas como “doble rasero”.
Un tablero con demasiados peones
Para Ucrania, un alto el fuego temporal equivale a firmar tablas con quien ocupa parte del tablero. Volodímir Zelenski ya rechazó en 2024 el plan de Macron, acusando a Moscú de buscar «tiempo para reagruparse»
La comunidad deportiva, atrapada en medio, asiste a una paradoja: el país que pide respeto a la tregua olímpica es el mismo que está vetado por romperla con la invasión de febrero de 2022, todavía en vigor la de Pekín 2022.
¿Habrá silbato final?
A estas horas, las calles de Moscú siguen tranquilas y la piel de la noche apenas vibra con el murmullo de un país en guerra. Si Putin decide una tregua definitiva el próximo verano, el gesto podría quedar para los anales del olimpismo… o convertirse en una tregua de opereta.
Los espartanos del siglo V a. C. alegaron que su ataque a Lépreo no coincidió con la ekecheiria; dos milenios y medio después, Rusia sostiene que sus operaciones “defensivas” no contravienen espíritu alguno. La historia dirá si la madrugada moscovita de 2025 fue el prólogo de una paz real o la enésima jugada de un maratón que, de momento, se corre con balas en lugar de zapatillas.