Cuando la gloria pesa: la advertencia que dejan Kris Dim y Ronnie Coleman
Hace apenas una semana, el perfil de Instagram @darienselva507 publicó un carrusel que impactó a medio millón de usuarios: dos fotos “antes y después” de Kris Dim y Ronnie Coleman, leyendas del fisicoculturismo que hoy dependen de una silla de ruedas o muletas para moverse. El post abrió un intenso debate sobre los límites del entrenamiento extremo y el uso de esteroides anabólicos. A continuación, un análisis divulgativo de lo que ocurrió y por qué importa.
De colosos a pacientes crónicos
Kris Dim (California, 1973) se ganó el respeto del circuito profesional tras clasificarse al Mr. Olympia 2004 con uno de los físicos más proporcionados de su época. Todo cambió en 2007, cuando una disección aórtica casi le cuesta la vida. Durante la tercera operación, un daño medular lo dejó parapléjico. Doce años más tarde regresó a las tarimas y terminó tercero en la Wheelchair Olympia 2019. Desde entonces comparte rutinas adaptadas y asesoría online, insistiendo en que “nunca es tarde para reinventarse”.
Ronnie Coleman (Luisiana, 1964) es quizá el culturista más famoso de la historia: ocho títulos consecutivos de Mr. Olympia (1998‑2005) sustentados en hazañas como sentadillas y peso muerto de 360 kg. Esa carga mecánica, sumada a largas preparaciones con poco descanso, acabó pasando factura: trece cirugías de columna, dos prótesis de cadera y dolor neuropático crónico. Aunque hoy se desplaza con muletas, hace apenas dos semanas declaró que los médicos son “moderadamente optimistas” de que vuelva a caminar en 2027. Fiel a su estilo, añadió: “no me arrepiento de nada”.
¿Qué factores los llevaron hasta aquí?
- Sobrecarga vertebral prolongada. La literatura indica que el “maximal weight lifting” incrementa la degeneración de los discos lumbares. Coleman se filmaba con cargas cercanas al 100 % de su 1 RM en casi todas las sesiones, lo que favoreció hernias, estenosis y, finalmente, inestabilidad vertebral que requirió artrodesis múltiples.
- Uso intensivo de esteroides anabólico‑androgénicos (AAS). Un estudio de cohorte publicado en Circulation (2025) halló un 46 % más de enfermedad cardiovascular entre ex‑usuarios de AAS respecto a controles sanos. Otra revisión de 2023 resume que dosis suprafisiológicas inducen hipertrofia ventricular y miocardiopatía dilatada, con riesgo de muerte súbita aún tras suspender la sustancia.
- Cultura del “más es mejor”. Ambos campeones normalizaron el dolor como peaje del éxito. Dim reconoce que “volvía a entrenar en cuanto me quitaban la vía del suero”, mientras que Coleman viralizó la frase “Yeah buddy, lightweight baby!” antes de levantar pesos inhumanos. Ese relato heroico —amplificado hoy por redes— minimiza los efectos secundarios y alcanza a miles de aficionados sin supervisión médica.
El mensaje que deja su caída
Las imágenes de Dim y Coleman conmueven porque confrontan el ideal estético con su posible costo fisiológico. Pero reducir la conversación a un simple “los esteroides son malos” sería ingenuo. El problema es sistémico: un modelo deportivo que premia el tamaño a cualquier precio y una industria que monetiza la promesa del cuerpo perfecto. Mientras las federaciones debatan controles más estrictos y la ciencia siga iluminando los efectos a largo plazo, la mejor defensa es la educación crítica.